julio 04, 2005
El pozo de los descubrimientos
Todos los estadios del árbol se encuentran en la semilla. Pero se necesitan la habilidad y los cuidados del jardinero perspicaz para que se manifiesten. De igual modo, la pureza, el buen carácter, el conocimiento, la sabiduría el descubrimiento de los secretos, la iluminación se encuentran en la esencia del hombre. Pero se requieren la atención y los cuidados del sabio para que se expresen (...).
Todo lo que buscas, búscalo en ti. ¿Qué habrías de buscar fuera? El conocimiento que, por medio del oído, llega a tu corazón es como el agua precaria que podrías sacar de un pozo de otro y verter en tu pozo seco. Por eso, saca el agua de tu propio pozo y échala a tu alrededor. En vez de agotarse, brotará cada día más limpia y pura y será una panacea ante los males más graves.
Así es como un peregrino adquiere la ciencia y el conocimiento profundo, conforme el agua de la vida brota de la fuente de su corazón. Hay dos caminos hacia ese fin. El peregrino del primer camino es quien descubre y retiene cada día una cosa que ignoraba. El peregrino del segundo camino es el que, cada día, olvida una de las cosas que sabía.
En el primer camino, la tarea es ennegrecer a diario un pedazo de página en blanco. En el segundo, todo el tiempo se destina cada día a blanquear una parte del corazón ennegrecido.
Fragmento 1. El libro del hombre perfecto.
Aziz-ud-Din Nasafi (s.XIII)