Córdoba, (1971- 1972)
Era un dispendio comprarme aquel perfume. Tuve el presentimiento de que apenas tendría oportunidad de usarlo. Una clara y dolorosa percepción sobre la fragilidad de mi situación, volátil como aquella fragancia. Supe, como un ramalazo, que más tarde o más temprano me pillaría la cana. Y ocurrió más pronto de lo esperado. Y adiós el perfume.