junio 12, 2005

Por Petra Atrakanova


Basta de saliva amarga.
La comida, una de las cotidianeidades que hacen tolerable la vida, junto con la espiritualidad y el amor y el sexo, ha dejado de ser canallesca y perversa. Sabed que algunos hombres, contrariando la tendencia anoréxica que nos insuflan los diseñadores de moda y los fabricantes de potitos, nos prefieren voluptuosas y un poco redondeadas.


Tiernos, soñadores

El supuesto atractivo masculino representado por machos de la raza
de Clark Gable y su celebrada actuación en Lo que el viento se
llevó, no va conmigo, ni con ninguna de mis amigas (excepto una
levantadora de pesas de Mósteles). Los preferimos menos
recios y más ambiguos. No nos van los mentones prominentes, los rasgos duros, el tono chulo y prepotente. Menos aún las protuberantes máquinas de machacar (Suazeneguer, Schawarzy, Stallone, etc.), es más, estamos
convencidas de que su éxito se debe a la platea masculina.
En cambio, el toque andrógino, las mezclas de rasgos, la ternura,
nos provocan toda clase de emociones.
Los superhéroes, de lejos


Comida y sexo, el mismo aliento
Las épocas de hambruna, de pan y cebolla, cohabitan con sexo duro,
oscuro, de sábanas grises, mantas pesadas y olores ácidos, a orinas
y amoníaco. En las guerras, los hombres apuran el trago y las
mujeres se quedan en ayunas.
Cómo no apurar ahora la miel de montaña y el aceite de oliva virgen, el Pernod y las largas berenjenas, y sobre todo los revolcones, llenos de detalles y caricias. Me
gusta la gente que come con ganas, que disfruta. Estoy segura que el
hombre que come con parsimonia y gran deleite un rico plato, también
disfruta sin prisa del sexo. Y las mujeres que saboreamos con toda
la boca ensalivada. Comida y sexo tienen la misma garra.

La berenjena
Los sultanes con gran harem buscaban la potencia sexual en la
suculenta berenjena, considerada el mejor afrodisíaco. Formaba parte
incuestionable de la dieta diaria, preparada de mil formas
diferentes.
En el libro Harem, Alev L.Croutier explica que las mujeres turcas
se vanagloriaban -y aún lo hacen hoy en día-, de saber preparar al
menos cincuenta recetas de este portentoso vegetal.
Yo he paladeado alguna de estas recetas, prepadas B.Salem, residente en Buenos Aires, y de verdad, están para rechuparse los dedos. Al escabeche, por ejemplo, para acompañar carnes asadas, son un manjar de los dioses.