marzo 26, 2006

¿Arde el desierto?



¿Es cierto que los ojos de ese hombre te abrieron en canal? ¿En qué lugar recibiste el impacto? ¿Hasta dónde te llegó su mirada?

¿Has visto esta mañana las marcas que te salieron en tu piel? ¿No se parecen acaso a un ojo de pez, un círculo, un corazón? ¿Por qué niegas, entonces, lo evidente? ¿Porque mientes que es urticaria?

¿Y esas pupilas blancas, tan redondas y brillantes, que ves en el espejo? ¿Son tus ojos de siempre? ¿No es cierto que no? ¿A qué te recuerdan? ¿Se parecen en algo a las pupilas del hombre?

Un día, hace mucho, te mareaste con un aroma de rosas que sobrevoló hasta tu lecho y que según parece no deseas saber de dónde vino ¿Recuerdas qué estabas haciendo en ese momento? ¿Oyendo acaso la música de un nay? ¿Sabes que esa flauta enloqueció a algún derviche enamorado que se dejó llevar por su borrachera?

¿Y de donde venía la música? ¿Danzaba tu vecina del quinto? ¿Sería entonces la noche de un jueves?

¿Fue entonces cuando encontraste entre tus papeles el dibujo aquel, el de los rodaballos? ¿Piensa bien? ¿No crees que fue demasiada coincidencia?

¿Has visto que hoy hay gente nueva en el campamento? ¿Gente del desierto? Gente que toca el nay, gente que llora canciones de amor, gente que llora y se golpea el corazón, gente que gira, gira, gira?

¿Por qué te emocionas? ¿Qué te pasa?
¿Son tus lágrimas pura emoción que te transmite esta taberna sufí? ¿Te das cuenta que te suben en espiral hasta las estrellas? ¿Has observado como los derviches inclinan su cabeza hacia el corazón...? ¿Qué crees que hacen? ¿Escuchan su voz secreta? ¿Ahora inclinas tu también tu testa hacia la izquierda...? Eres sin duda quien yo esperaba.
¿Quién te transporta es el espíritu del nay? ¿estás aprendiendo a fluir? ¿Recuerdas lo que decía aquel papel, que se pegó por detrás al dibujo de los rodaballos?

¿Era, rememoras, una cita de Hazrat Rumí, con la que comienza su poético y sagrado Masnaví? ¿Recuerdas lo que decía? ¿Lo lees conmigo...? ¿Sí...? Dice Rumí: "Escucha el nay como cuenta una historia, él se lamenta de la separación: / desde que me cortaron del cañaveral, mi lamento hace gemir al hombre y a la mujer/ Quiero un corazón roto por la separación para verter en él todo el dolor del deseo/ Todo aquel que está lejos de su fuente aspira al instante en el que estará unido de nuevo/ Yo me he lamentado en toda compañía, me he asociado tanto con aquellos que se alegran como con aquellos que lloran".

¿Te preguntaste porqué los rodaballos, y no cualquier otra cosa, eran los que te hablaban en los sueños? ¿Porqué una y otra vez esos peces? ¿Qué significaban? ¿Qué querían?

Cuándo te despertaste, la luna llena se derramaba sobre tu pecho... ¿lo recuerdas? Y entonces oíste por primera vez la voz del silencio. Fue desgarrador. Tremendo. No querías ni respirar para que no desdibuje la Belleza. ¿Cómo lo dudas? ¿Cómo dudas que fue a partir de entonces cuando comenzó a hablarte el rodaballo mayor?

¿Qué te decía, no lo recuerdas? ¿Porqué lo dudas? Claro que los peces hablan en el agua ¿No te das cuenta que el agua es la esencia misma del mundo psíquico, y que los peces en ella están en su jugo?

¿Te animas a escuchar el fuego que arde ahora en el campamento, la voz de su crepitar? ¿No te dice lo mismo que los rodaballos? ¿Qué las imágenes de tu inconsciente, de tu mundo acuático, están tan presentes en tu vida, que miras todo a través de esas imágenes? ¿No te lo crees? Pues déjalo, ya lo comprenderás. Este viaje es sólo para experimentar. Sentir más que pensar.

Las marcas en tu piel se encienden. ¿No las miras? ¿Temes a todo lo extraño que te está pasando? ¿Qué sientes ante esa redondez? Saca los ojos de este papel, y mira al cielo nocturno... ¿qué ves? ¿Un gran arco de estrellas, un movimiento circular?

¿Y qué más ves en tu piel? ¿Una letra hebrea? ¿El Dalet?¿El cuatro? Es la puerta. Según los kabhalistas, despierta a quien la contempla, la facultad de concreción. Emblema del cuaternario universal, el origen de la existencia física. Representa toda la sustancia nutritiva y abundantes riquezas. Y el sendero de Kabhala número 14, Hockman-Binah.

¿Quieres seguir leyendo símbolos? Pero, ¿y los rodaballos...qué? ¿No te interesas por ellos?

¿Quieres saber algo más del mundo del agua, del mundo psicológico, del mundo del alma? ¿Qué te dijo esa noche el gran rodaballo? Te dijo que antes que con el cuerpo estamos en contacto con el mundo psíquico, con el alma.




¿Qué murmuras? Ah, ya, ya. Recuerdas una frase del pez. ¿Sabes porqué no la olvidaste? Porque era poética. Te conmueve. Lo mismo que el canto y la danza de los derviches. "El cuerpo es una enorme ciudadela de metáforas", dijo. ¿Pero te has parado a pensarla?

Entonces ahora, ¿qué dice tu cuerpo?. ¿Esos ojos de pura luz que se te han puesto? ¿Esa taquicardia amorosa con el sonido del nay? ¿Esas señales en la piel, que aparecen y te cuentan historias, y luego desaparecen? ¿Esa conmoción que te sacudió entero cuando vino el hombre del desierto, con su turbante de blanco hilo, con su mirada que te abrió en canal? ¿Qué crees que te está pasando?

Sí, es verdad, vas camino de encontrar algo importante en el desierto. Has llegado a este espacio abierto para comenzar una etapa más de este viaje, el más apasionante que existe, el que te lleva dentro de tu corazón, a ese rincón silencioso donde puedes oír lo que siempre estuviste buscando.

Pero hoy descansa; pronto te llegará otra carta. Sólo tienes que permanecer atento, entusiasta, alerta. ¿No lo deseas acaso?





Un día, varios peces pequeños se acercaron a un pez grande y le dijeron: "Hemos oído que hay un océano en algún sitio. ¿Nos lo podrías mostrar?" El pez grande les contestó: "Para eso tendríais que salir de él". ¿Tienes entonces que salir de la Verdad para ser capaz de verla? La respuesta es no. Ocurre que no existe nada excepto la Verdad, así que de la misma forma que el pez no puede salir del agua para ver el agua, tampoco nosotros podemos salir de la Verdad. Allah dice: estoy más cerca de ti que tu vena yugular. En efecto, El está dentro y fuera de ti, envolviéndote completamente. Todo lo que hay a tu alrededor es Dios. Eres como un pez en el mar. Así que no puedes ver a Dios, a no ser que Dios quiera hacerse visible. Y en ese caso Le conocerás de una forma diferente a la de cualquier otra persona, de tal manera que nunca serás capaz de comunicarle plenamente tu experiencia a otro.