mayo 30, 2010

Sangre negra

pintura Francis Bacon

Mónica Sabbatiello

mayo, 30



Oyó un murmullo bajo los árboles.

El pincel voló hacia el rojo cadmio.

Oyó el rugido del bosque.

No era el bosque, era su alma.

Se agarró al caballete ante el vértigo de la lluvia.

No era la lluvia, era su llanto.

Se apretó la cabeza para olvidar su voz.

No era su cabeza, era el recuerdo.

Sacó un tubo de óleo negro

y lo vació en su oreja.

Ahora sí, en ese profundo silencio

de recuerdos y conciencia

se sintió en paz.


mayo 27, 2010

Estudio de una pera



Pintura de Juan Romero Cortés


La pera.
Mónica Sabbatiello


Tan justa en sus límites.
Tan específica en su sabor, textura, jugosidad.
Tan recortada sobre el fondo.
Tan pegada a su nombre.

Al poco tiempo de nacer tú, ya la nombrabas. Y la diferenciabas del resto.
Ya tenías el concepto y un aparente conocimiento directo.
Creías, y crees, que esa pera es un objeto tal como la ves y conceptualizas, una entidad.
Si cierras ahora los ojos y piensas "pera", ves pera.
Sin embargo: ¿Existe esa pera tal como la imaginas que es?
Los límites: color, olor, sabor, forma, textura, la manera de conceptualizarla, están en relación directa con los sentidos y la actividad de la mente.
Que mis ojos puedan verla así no indican que sea así. Lo mismo aplicado a cada sentido.
El gusano que nació y vive dentro de esta pera tiene otra percepción. Y por lo tanto, otra interpretación.
¿Alguien "ve" la realidad?
Sólo vemos como nuestros sentidos ven, como nuestros conceptos ven, nuestros esquemas, juicios y prejuicios, ven.
¿Es acaso la pera un objeto autoexistente?
¿Dónde encuentro a la pera?
¿En el rabito, en la piel, en la semilla, en la pulpa, en el jugo, en una fracción microscópica, o media o total?
¿No es entonces la pera un concepto, sino la puedo encontrar?
Cuando la meto en la boca y se deshace, deja de ser una pera.
¿Cuando empezó a ser una pera?
Árbol, verano, frutos, todo tiene un nombre, todo está repleto de "energía".
Lo que yo veo no es lo que "es".
Veo ajustado a mis necesidades,
a mis sentidos,
a mi mente,
a mi biografía,
a mi especie,
a mi época...

No sé lo que es.
No puedo negar que esté aquí.
Pero veo que no es lo que yo veo. Ni como la veo.
La pera es un misterio.
Es inteligencia. Nacida de una larga estela de evolución.
Es transitoria, es "algo" que pasa por ella (como energía, poder, inteligencia) y le da vida por un tiempo.
"Lo" que pasa es "lo" que pasa por todo lo existente, dándole infinitud de formas, pero lo que pasa es sin forma, ni nacimiento ni muerte, las formas son como un envase vivo e inteligente para hacer posible el sueño de vivir.

Anahuacali (Recuerdos de México)


Registro aquí mis recuerdos, para no perderlos.

ANAHUACALLI, LA CASA DE LOS DIOSES


Visitamos Anahuacalli una mañana de sol abracadabrante. Es el museo diseñado por Diego Rivera en el barrio de Coyoacán, en el DF, para exponer su colección prehispánica, una de las más grandes del mundo, con más de 59 mil piezas.

Es un edificio con forma de pirámide. Oscuro, sobrecogedor, realizado con la opaca y porosa piedra volcánica de la zona.

Para entrar tienes que atravesar las fauces de la serpiente emplumada, Quetzalcoatl- y dejarte conducir por una especie de vientre mítico siempre en penumbras.

A los dioses les disgusta la luz directa y Rivera, este comunista revolucionario que supo andar con pistolones, no deseaba espantarlos.

Ya en el interior te enredan los niveles simbólicos que se van desplegando como en un sueño, de acuerdo con las interpretaciones de la realidad de las culturas prehispánicas mesoamericanas.

Y entonces recorres el inframundo, el mundo y el supramundo.
Y has de bajar y subir a ellos, físicamente hablando.

A las salas vas entrando a través de unos arcos impresionantes, según el caso, de influencia maya o azteca.

La penumbra se mantiene sin sombras debido a un sistema de celosías también en piedra volcánica y desarrollado por los aztecas.

Imposible no sentir que estás en un paisaje onírico.

Las paredes y los suelos son oscurísimos, de un gris casi negro.

En la planta baja caminas flotando en una luz ambarina, debido a que las celosías están cubiertas por planchas de ónice finamente cortado, amarillo con vetas marrones, dorados ambos colores.

Cuando llegas a las plantas más altas, te sientes como en la cúspide de una gran montaña, o de un volcán.

El simbolismo sofisticado que encierran las piezas expuestas se retuerce y complica aún más con el que muestran los murales que cubren los techos, realizados con piedras de colores. Serpientes, dioses, galaxias…

El término Anahuacalli ampara diversas lecturas: en su lengua nahuatl significa Casa que está junto al agua, y también, por su forma de “teocalli”, Casa de la Energía.
Y también (en algún lado lo he leído) significa Casa de los Dioses.

Cuando te plantas ante él, te topas con la increíble capacidad creadora de Rivera, ahora en su faceta de arquitecto, ya que lo diseñó él, aunque se haya terminado de construir seis años después de su muerte.

No quería que sus piezas acabaran encerradas en cajas de cristal y expuestas con luz fluorescente y con un sentido museístico, sino crear un ambiente que mantuviese vivo su significado y significante original con un soporte alegórico, hermético, supranormal.

Hay cuatro salas principales que evocan los elementos que reverenciaban: el agua, el viento, el fuego y el aire. Y en ellas se van desplegando representaciones de los olmecas, aztecas y teotihuacanos. También de las culturas de occidente, totonaca, mixteca, zapoteca y huasteca.

Tu primera inmersión –siguiendo a una guía de largas uñas pintadas con estrellitas, soles y lunas- es en el inframundo, adonde descendió Quetzalcoatl, para recoger el maíz y hacerlo germinar con su sangre. Al igual que Isis de Egipto, se sacrificó para resucitar y generar otra vez el ciclo de vida.

En pinturas, murales, cerámicas, hay garras de animal cuya función es, entre otras posibles, advertirte que estás en el territorio de los muertos. Y serpientes que te informan que también estás en un mundo de los dioses.

(Las serpientes son los únicos animales que aparecen en el inframundo, porque reúnen los dos elementos: Tierra y Agua.)

Y luego, te encuentras -en mi caso, me emocionó- ante la expresividad mansa de la cultura Olmeca, la madre de todas las demás.

Allí ves cuerpos con dos cabezas que no representan, como aparentan, la dualidad, sino la inclusión de ambos polos, la síntesis.

Y se representa la ceniza como recuerdo vivo del cambio constante.

Y las flechas, símbolos del quinto sol y del cuarto movimiento. O dos flechas entrelazadas: la vía láctea.
Y piezas teñidas de rojo sangre de los huastecas, color con el que evocaban el calor de la trascendencia.

En la esquina del agua, está representando Tlaloc, su dios, que pedía bebés con dos remolinos en el pelo de la cabeza, para ser ahogados.

En la esquina de la tierra están los dioses del maíz tierno.

Todos aquellos que aparecen con un tocado alto son dioses. Pero si además tienen un sitio para la ofrenda del jade, ya no son representaciones, son el dios mismo.

En la esquina del Viento, del dios Ehectl, hay dos Quetzalcoatl. Siempre emplumadas, siempre preciosas.

Ante una representación tolteca la guía del museo dice: “Se sabe que ya se petateó (se murió), porque lo indican la boca y los brazos abiertos.”

En la esquina del fuego hay diversas representaciones de su dios, Huehueteqtl, un anciano decrépito y desdentado.

Tiene relación con los 52 años: edad en la que ya se puede dar consejos y tomar pulque y cacao. Cada 52 años, en las pirámides se realizaba un friso como ofrenda. Y cada 52 años se cumple uno de los ciclos fundamentales en los calendarios prehispánicos.

Cuando accedemos al nivel del mundo y a la cultura precolombina de occidente, se ven tres colores: el verde, que obtenían de un cactus que aquí se come a diario: el nopal, (raro de sabor, algo pegajoso); el rojo que obtenían de la sangre del cochinillo; y el blanco, de la sal o la cal.

La guía nos aclara: “Los de occidente veían el super yo, y sabían que uno es el creador del Universo, de todo”.

La cerámica de este pueblo es tan preciosa que se expone en todo el mundo como auténtica obra de arte. Yo creo que casi todas estas piezas lo son.

Y hablando de obras de arte, en el museo hay un enorme calco de un mural desaparecido y censurado de Diego Rivera, Pesadilla de guerra, sueño de paz. Para no extenderme, si tienes interés en esta obra, puedes ampliar en el siguiente enlace:
http://www.cultura.unam.mx/index.php?option=com_content&task=view&id=1359&Itemid=116

En este museo, Rivera quería hacer una sala erótica, en donde exhibir piezas representativas como falos erectos que simbolizan al dios de la fertilidad, pero la represión eclesial y puritana de entonces lo desaconsejó.

No me voy a extender con el resto de la experiencia en Anahuacalli.
Pero tengo que mencionar a los perritos cebados de Colima. Hay varias piezas que los representan, preciosas.

Frida Khalo tuvo uno de estos perritos a su lado, vivo, de carne y hueso, durante sus épocas de mayor sufrimiento, ya que es un animal con sangre muy caliente y su cercanía ayuda a aliviar los dolores.

Además, a nivel simbólico, este perrito te ayuda a cruzar el río de los muertos. Para eso, no ha de tener lunares, porque eso significa que ya acompañó a alguien y no te podrá cruzar a ti.
Tiene que ser todo gris o negro. Hay algunos preciosos en la colección de este museo.

Creo que son los llamados perros xoloitzcuintle, propiamente mexicanos, que tuvieron gran importancia religiosa en la época prehispánica.

mayo 24, 2010

Rumí



"Mi corazón se ha deshecho en lágrimas pidiendo ayuda
cuando comprendí que el desamparo es
la única ayuda,
me arrepentí desesperadamente"





mayo 20, 2010

Fuente de los Médicis

En Mujeres de Roma, Isabel Barceló explica de forma exquisita el mito de Polifemo, el gigante que amenaza a los amantes Acis y Galatea, que presiden este blog.

También en La Oreja de Mónica, una primera aproximación pictórica a la fuente de los Médicis... que aún reclama mucho trabajo de espátula, óleos y pincel. Pero que es un fuego que tengo que empezar a compartir.

Y en You Tube versiones de la ópera de Händel, como ésta.

mayo 19, 2010

Imagine




Pintura de Alina Raczkiewicz Bec

Mónica salta y Nina de Papuza se estrella.
Nina de Papuza salta y Mónica sangra.
Y aún hay trozos en el fuego.
Demasiada confusión.
Llega la noche, con ella agotamiento y pesar y alegría.
O sea, locura. Cuánta confusión.
Locura que salta y se estrella y sangra.
Algo de paz.

mayo 18, 2010

No estar solo en el desierto


Foto tomada de Elogio del Amor, de Godard.

El alma no quiere morir de frío.

“Haber escrito algo que te deja como un fusil disparado, aún sacudido y humeante, vaciado por entero de ti, donde no sólo has descargado todo lo que sabes de ti mismo, sino lo que sospechas y supones, y los sobresaltos, los fantasmas, el inconsciente, haberlo hecho con prolongada fatiga y tensión, con cautela de días y temblores y repentinos descubrimientos y fracasos y entumecerse de toda la vida sobre ese punto -advertir que todo esto es igual que nada si una señal humana, una palabra, una presencia no lo acoge, lo caldea- y morir de frío -hablar en el desierto- estar solo noche y día como un muerto”.
Cesare Pavese.

ROJO DE CADMIO SOBRE BLANCO DE ZINC


Foto: Gaelx
El pavito de Navidad
Mónica Sabbatiello

Cuando oyó su grito le costó arrancarse de la maravilla en la que estaba envuelta. Uno de sus experimentos subía y bajaba dentro del tubo de cristal. Veía el juego de dios. Ella era dios. “Seguí ahí”, le dijo. Y salió al jardín,
Distinguió su cresta como una pincelada de sangre en el pasto. Su tío Guille lo ataba al tronco de un ficus. El pavo parecía corto de vista, pichón atontado. Se acercó a mirarla y ella se estremeció. “Andá a abrigarte”, le dijeron.

mayo 17, 2010

Red


Líneas
Mónica Sabbatiello

Millones de líneas se entrecruzan.
Y no le veo el sentido.
Mi piel, este carácter, sólo líneas.
La vida, un andar casual.
Para entenderlo, golpeo mi cabeza contra pasillos dibujados.
Exiguo entendimiento.
Nada comprensible, no para esta mente que discurre entre pasillos.

Luces de estrellas hacen este cuerpo, mi piel, mis gestos.

Miro las cortinas y los objetos vacíos.
Al fondo, el mar.
Miro borroso para poder ver.

Una mirada desde otro lado sale a mirar.
Otro lado de mi, otro lado mudo.
Otro lado sin piedad.
El otro lado de lo que existe.
Mi otro lado.

Lo único que soy y no entiendo.

Me he vaciado. Completamente.
Cada tanto me vacío. Algo ocurre con el tapón.
Una mano sale del remolino y se agarra.
Asidero. Seguir viva.

LUZ Y VIENTO



15 de mayo del 2010, hora antofagastina las 18.18.

mayo 16, 2010

LUNG


Pintura Odilon Redon
Poeta del aire
Mónica Sabbatiello


Don Fermín amaba las cosas etéreas. Ámbitos delicados, filosóficos, metafísicos.

Aunque cada día tuviese que cortar masas musculares y hundir sus manos en el ganado, no se cansaba de comentar con sus clientes las propiedades del oxígeno y la delicadeza perceptiva de la retención del aire, mientras serraba alguna columna vertebral o acuchillaba un muslo.

En el barrio decían que se había contagiado del mal de las vacas locas, y en las bochas atribuían sus rarezas a esos parches que usaba en la nariz para respirar mejor.

Su esposa se entregaba a turbias sospechas a causa de sus escapadas nocturnas y la pobre se quedaba sin oxígeno de tanto suspirar y gemir.

Sus amigas interrogaron a sus maridos y todos aseguraron que don Fermín nunca había ido al puticlub de la carretera, ni a ningún otro sitio sospechoso. Lo que hacía era recorrer la costanera junto al río y respirar hondo. Amaba el aire, que alimentaba su nostalgia.

Hasta que un viernes, a las tres de madrugada, apuró la grave decisión.

"Querida, no pienses mal, créeme, sólo me marcho a buscar el vapor de las estrellas", le dijo con voz tierna. Pero no le sirvió de nada. No le creía. Hubo llantos y pesares. Dos meses más tarde, con poco equipaje, llegaba a la región del aire más puro, donde incluso los ángeles danzan con la brisa.

Lo llevaron ante un eremita y le facilitaron un traductor. El monje le explicó a Fermín lo que le pasaba: padecía de lung o mal del aire; le dijo que era muy extraño, ya que sólo sufren los grandes meditadores, sobre todo aquellos que se pasan años recitando mantras en las altas cuevas.
Y le propuso enseñarle unas técnicas para curarse.
Pero Don Fermín no quiso.
Prefería respirar poesía.

mayo 15, 2010

Niebla


¿Será que ha llegado la niebla que me siento más cerca de los sueños que de la realidad?
Que el mar no me coma.

mayo 14, 2010

PAISAJES


PINTURA DE HOKUSAI

(...)No ten remate o mundo, non é claro,
non é como o miramos ou nos pintan
Tanto mundo non colle en ningún cadro!
Ten dentros, ten aforas, viravoltas,
remuíños, recunchos, laberintos
e dimensións estrañas nunca olladas(...)

Fragmento del poema “Picasso”
de Ánxeles Pena

PAISAJES
Mónica Sabbatiello

La primera la tuvo de noche. Estábamos de sobremesa cuando se puso a tiritar y a sacudir las manos sobre el mantel como si estuvieran mojadas. Chillaba: “¿nos lo veis?, mirad, mirad.” Pero no veíamos nada, sólo las adormiladas presencias de siempre: la mera biblioteca, recuerdos sobre las repisas, los butacones gastados.
Desde mi lado, justo enfrente de ella, me sobresaltó su cara cubista partida a trozos por sus ojos que se volvían oblicuos, pronunciados hacia el rabillo.
“Tenéis que verlo”, persistía. “Es un cuervo, ¿no veis cómo abre y cierra las alas, es un cuervo transformista que se vuelve águila?, ¿pero no lo veis?”
Nuestro padre la instó a mirarlo de frente. Eva giró la cabeza, aunque mantuvo el tronco en su sitio, a lo Nefertari. Su cara se contrajo y se desplomó sobre la mesa, una mejilla aplastada contra el mantel. Sollozó con hipos de niña pequeña. “Lo he espantado y era tan hermoso”, se quejaba.
Cuando se calmó, quise detalles. “¿Dónde estaba?, ¿de dónde vino?”, le pregunté. Pero madre -una mujer muy religiosa -, me frustró en el intento. “En esta casa no se invoca a los fantasmas. Ni una palabra más de todo esto”. Y para cerrarnos la boca, sirvió nuestro postre preferido. Nuestro padre, que no prueba los dulces, ensayó una explicación mientras encendía la pipa: “Lo que viste fueron los caireles movidos por la brisa y reflejados en los espejos.” Nadie replicó, aunque era una noche sin aire. A pesar de eso, me levanté a cerrar las ventanas.
Al día siguiente nos quedamos Eva y yo solas. Nos instalamos en el salón, ella con sus acuarelas y yo con un libro, creo que de Poe. De esa guisa estábamos cuando me sobresaltó la presión de su mano. “Mira Eloísa, ahí en la hornacina: ¿no lo ves?”, dijo. Yo sólo veía la pequeña escultura de toda la vida; pero aún así me sobrecogió un escalofrío que trepaba por mi columna. Pura aprensión, sin duda.
Eva sollozó: “Se ha escabullido, como anoche. Me parece que éstos se van cuando los miro de frente”.
Muy excitada me lo describió. Era un gigante con una inflamada red de venas, rasgos cincelados, barba y pelo largos y plateados; mirada de acero enfocada a lo lejos, o que se ahondaba en sí misma, ella no lo sabía con certeza. Al vibrar emitía un resplandor argento. Estaba en la entrada de una gruta azotada por un temporal. Sus brazos abocados a una tremebunda lucha para impedir que el macizo cerrara la entrada de la gruta. Tenía la reciedumbre de un titán.
Mientras me lo contaba, yo me mostraba recelosa y ella radiante, como si Heracles en persona la hubiese trasladado entre sus brazos al Peloponeso. Y comenzó el boceto de un óleo que ha sido considerado como la mejor obra de su etapa juvenil: “Coloso vence a montaña”.
Cuando regresaron nuestros padres y le contamos lo sucedido, mamá mentó tenebrosas leyendas de la casona y dijo que Eva, por su gran sensibilidad, conectaba con los muertos, lo que incluía a nuestros bisabuelos. Y esa misma noche empezó a preparar los baúles. Nos volvíamos a Barcelona. Mi padre, demasiado consciente de su tozudez, no tuvo más remedio que ceder.
La misma tarde que llegamos a la ciudad, Eva y yo subimos a la terraza con unos refrescos. Y allí tuvo otra visión. Una especie de Olimpo con dioses en acción, todo en un estilo muy de cómic. Donde ella vislumbraba ese pavimento homérico, yo veía los macetones con hortensias, la ropa en las sogas movida por la brisa, las azoteas de siempre, y a lo lejos las torres de la Sagrada Familia emborronadas por la bruma que llegaba del mar.
Nuestro padre, bastante preocupado, organizó un periplo por consultas de psiquiatras y neurólogos; quienes, a pesar de su sapiencia no fueron capaces de hallar la causa de sus desvaríos. Poco después, Eva nos dijo que sus visiones habían desaparecido. Sin embargo, sólo nos las ocultó, aunque de eso me enteré la semana pasada, cuando fuimos a mi oftalmólogo, yo para ajustar la graduación de mis gafas y ella debido a su vista cansada.
El doctor Querol le diagnosticó un tipo infrecuente de presbicia que puede causar alucinaciones y le habló de una operación que ella descartó de plano. Al salir nos fuimos hacia el puerto y nos sentamos en una terraza frente al mar. Ella pidió una botella de cava, “para brindar por mi bendita presbicia”, dijo. Y así lo hicimos. Entrechocamos las copas varias veces. Por su cine en tres dimensiones, su universo holográfico y sus laberintos en el tiempo.
“No sufro, al contrario, estoy agradecida”, me aseguró alborozada y le creí. Y fuimos a su atelier para ver las obras que ocultaba: remolinos de guiones infinitos, como cintas sin fin, de pintura en pintura, sacudidos por un ingente ilusionismo mitológico, pesadillas circulares y sin salida de Ariadna; Parcas y nefastas profecías; Argos, que nunca podía estar del todo despierto ni del todo dormido y al que Hermes le cortaba la cabeza, como si fuera la mía, tras arrastrarlo con el sonido de su flauta a un mundo abstracto y sin orillas.
Fue una noche de tiempo comprimido. Contaminada de feroces arquetipos que ostentaban un carácter de molde, de matriz. Nos quedamos hasta que amaneció, tomando un Merlot chileno y con música de jazz, blues.
Una noche rara. No del todo mala. Que acabó cuando la luz del amanecer atravesó los ventanales y rompió el hechizo.
Nos tomamos un buen desayuno. Y volvimos al mar. Ahora para nadar en el agua fría de la mañana; para enraizarnos en esta vida humana y para festejarla.

Déja vù



Vivía lo mismo que yo, pero adelantado.
Hasta que me apresuré y nos encontramos.

mayo 13, 2010

El perdido adios


Foto Gaelx

Desde hace diez años reflexiona en cómo hallar un modo de morir rápido, indoloro y pulcro.
Pero eso, lo sabemos, es difícil.
Sin embargo, ayer casi lo consigue cuando el peso de la nieve le tiró el techo encima.
Los materiales lo rodearon como a un pequeño pájaro y la nieve lo acunó. Y se dejó ir, feliz y adormilado, recordando conciertos de Mozart y viendo a su amada muerta al fondo de una luz.
Pero llegaron los ruidosos vecinos a rescatarlo. Y encima hoy su hija, la soltera, se lo llevó a su casa, como a un bulto inútil y un poco pesado.

mayo 11, 2010

Seco desierto


Antoni Tapies. Litografía. "U no es ningú"

Llueve sobre mi cuaderno.
Ahora sus letras son fantasmas.

El poeta es un fingidor

“El poeta es un fingidor; finge tan completamente, que llega a fingir que es dolor el dolor que de veras siente” –Fernando Pessoa

El amor es fingimimiento de la totalidad a través del individuo.
Finje ser dos y amar.
Y se entromete en el ser adormecido.
Le prodiga juegos.

No es intencional su fingimiento.
La consciencia se vuelve inconsciente al diversificarse.
El amor es unidad.
Unidad anhelante por causa del olvido.

Amor, tanto amor
al arte, intelectual, sexual, amor filial, amor a la aventura, a la poesía, amor a la literatura, a la música, al color y al dolor, amor es todo.

El ser dormido se revuelve, no lo entiende.
Se le mete en la vida, inesperado.
Se le escapa, esperado.

Y en cada respiración, ese deseo de totalidad, de ese fuego que queme todo, de una vez. Y te vuelva. Te revuelva. Te devuelva.

Sólo son intentos del fuego interior.

mayo 09, 2010

Lo que soy


León Tolstoi, Ana Karenina

“En lo infinito del tiempo, de la materia, del espacio, se forma una célula orgánica, se sostiene un momento, y explota…¡Esa célula soy yo!”

mayo 05, 2010

Excelencias

Weegee

Solidaridad original

Toda relación, voluntaria o no,
muestra la solidaridad original.

Dice Herrigel ("El camino del Zen")
"... la iluminación le ha hecho comprender que está misteriosamente ligado, de modo ilimitado, con todos los hombres y con todos los seres vivientes, desde el origen y sin haber intervenido él en absoluto"

mayo 04, 2010