
Mónica Sabbatiello
mayo, 30
Oyó un murmullo bajo los árboles.
El pincel voló hacia el rojo cadmio.
Oyó el rugido del bosque.
No era el bosque, era su alma.
Se agarró al caballete ante el vértigo de la lluvia.
No era la lluvia, era su llanto.
Se apretó la cabeza para olvidar su voz.
No era su cabeza, era el recuerdo.
Sacó un tubo de óleo negro
y lo vació en su oreja.
Ahora sí, en ese profundo silencio
de recuerdos y conciencia
se sintió en paz.