
Foto: Gaelx
El pavito de Navidad
Mónica Sabbatiello
Cuando oyó su grito le costó arrancarse de la maravilla en la que estaba envuelta. Uno de sus experimentos subía y bajaba dentro del tubo de cristal. Veía el juego de dios. Ella era dios. “Seguí ahí”, le dijo. Y salió al jardín,
Distinguió su cresta como una pincelada de sangre en el pasto. Su tío Guille lo ataba al tronco de un ficus. El pavo parecía corto de vista, pichón atontado. Se acercó a mirarla y ella se estremeció. “Andá a abrigarte”, le dijeron.