marzo 08, 2006

Una hora, en silencio

El efecto profundo y transformante del siguiento texto del Vedanta pide al menos una de dejarlo entrar, en silencio.
Después, algo será distinto:

Advierte, cuando nos reunimos,
no es asamblea de personas.
¿Personas? Son sólo memoria,
recuerdos, imaginaciones.
¿Individuos? Tampoco es eso.
Los individuos son conceptos.
¿Seres venidos a este suelo?
No, somos hijos de este mundo,
nuestros padres son las estrellas
el cálido sol y la tierra.
Somos sólo un breve latido
del gran universo infinito;
llama instantanea del gran fuego,
chispa de luz de las estrellas;
tenue momento de conciencia,
juego de Conciencia Absoluta;
del que danza gesto rápido,
breve ola del océano
que rompe y muere en la playa;
tenue latido de la vida
de la inmensidad de los mundos.
Somos nadie, corto vibrar
de la expansión del universo
como sueño, pompa en el aire.
Pero soy el cosmos y el gran fuego,
la gran luz, el gran océano,
el Ser y Conciencia Absoluta.
Soy el danzarín supremo
el corazón del universo.
Que esto comprenda tu mente,
que hondo tu sentir lo sienta.