enero 27, 2006

EL DISCERNIMIENTO


"El Maha-Yoga es una modalidad del Jñana Yoga o Yoga del discernimiento, de la sabiduría. Aparece como una técnica que enseñó Ramana Maharshi, una de las grandes figuras de la India. Ramana Maharshi ha seguido la tradición de los maestros del Yoga, la gran disciplina que ha hecho de la India una universidad viviente en cuanto se refiere a experiencia interna y a la más alta espiritualidad.
El Jñana Yoga es el camino que busca la realización a través del conocimiento de la verdad. Pero hemos de ir con cuidado, pues la palabra conocimiento puede inducir a error.
Aquí en Occidente, estamos acostumbrados a pensar, a documentamos, a buscar conocimientos de las cosas. Y como además todos, por la tendencia que tenemos a buscar nuestra autoafirmación, nos hemos formado una idealización de nosotros mismos, y nos creemos bastante inteligentes, resulta que cuando oímos hablar del «camino del conocimiento», en seguida tendemos a decir «éste es el nuestro», «éste es el más adecuado para mí». Por esta razón es conveniente hacer algunas aclaraciones acerca de lo que se entiende por «camino del conocimiento».
En primer lugar contrastemos tres caminos distintos: el camino del conocimiento, el camino del amor y el camino de la potencia o de la voluntad. El camino del conocimiento busca conocer la verdad, pero no cualquier verdad, sino precisamente aquella que, una vez conocida permite conocer todas las demás cosas. El camino del amor conduce a vivir interiormente la realidad, a tener conciencia de plenitud, conciencia de ser, de felicidad, de amor total; amor que, en cuanto se está en él toda clase de amores no son sino pequeños rayos de este único amor.
Por último las técnicas que utilizan la vía de la energía, de la potencia, de la voluntad requieren otro trabajo completamente diferente que lleva a vivir la unión con causa total con el motor único y primero que moviliza todo cuanto existe. Motor inmóvil, causa primordial del ser, plenitud directa del ser, que hace que todo lo demás que llamamos «ser» no sea más que una participación de este único ser total.
Todo esto, como lo explicamos con ideas, con palabras, parece que lo entendemos más o menos bien, y que la cosa es más o menos asequible a todos. Y sin embargo no es así. Cada uno de nosotros tiene, en virtud de su propia naturaleza, una predisposición para vivir uno u otro de estos modos de realización. No se trata de amontonar conocimientos sobre lo que es el amor, la energía, o la verdad; se trata de llegar a vivir como lo más real, como lo único real alguna de esas cosas. No se trata de equipar nuestra mente con un aspecto más que se refiera a las cosas espirituales; sino de vivir la energía como realidad suprema. Y solamente puede hacer esto aquel que está interiormente predispuesto para vivir de esta manera, y no puede hacerlo ningún otro, aunque se lo proponga y lo quiera.
Vivir el amor, llegar a hacer del amor el centro total de todo es una cosa estupenda. En esto estamos todos de acuerdo. Pero convertir de hecho el amor en centro auténtico, único de toda la existencia personal es algo que requiere una modalidad personal, unas particularidades que no tenemos todos en el mismo grado. Exactamente lo mismo ocurre con el conocimiento: todos tenemos conocimientos, un grado u otro de discernimiento; pero hacer que la verdad sea la base única en la que se apoye todo nuestro ser, absolutamente toda nuestra vida, esto, aunque nos parezca que sí, la mayoría de las veces es que no.La senda del conocimiento se ha dicho que es la más difícil, y no es una afirmación vana. Responde a hechos recogidos de experiencias comprobadas. Es difícil en varios sentidos: en primer lugar porque el conocimiento de que se trata aquí no se refiere a ninguna idea, a ningún razonamiento, a ninguna filosofía por abstracta y por elevada que sea. Sino que se refiere al hecho de tener la experiencia de la verdad, «de ser la verdad», -y eso ya son palabras mayores- Esto está muy lejos de lo que nosotros hacemos cuando adquirimos conocimientos, se refieran a la vida material o a la espiritual. Requiere llegar a esa realidad y llegar a ella por vía intuitiva, que está más allá de nuestra razón. Pero para poder llegar a este nivel superior hay que vencer grandes dificultades. Hablo de llegar de un modo firme, total, de modo que uno pueda estructurarse, estableciéndose y asentándose en este nivel intuitivo. Y es que no podemos ver claro hasta que nuestro psiquismo no está limpio. Por esta razón precisamente el Jñana Yoga es uno de los Yogas más difíciles, requiere una purificación total."