enero 27, 2006

¿Qué es la realidad?


"Esto en cuanto a los problemas que nacen de nuestro deseo, de nuestra aspiración. Pero incluso los problemas que surgen en nuestro intelecto, el deseo de conocer la verdad, la verdad de las cosas, la relación de lo múltiple con lo uno, etc., todos los problemas filosóficos que nos puedan interesar son asimismo proyección de un solo problema, de una sola cuestión. Cuando alguien nos pregunta, ¿por qué tal cosa?, ¿por qué tal otra?, nosotros normalmente nos devanamos los sesos, consultamos libros, corremos de un lado para otro buscando contestaciones al por qué, ¿por qué existe el dolor?, ¿por qué hemos nacido? Si lo mirásemos bien, veríamos que estamos corriendo de un modo frenético a oscuras y empezamos por no entender la pregunta. Si la entendiéramos caeríamos en la cuenta de que en la misma pregunta está ya contenida la respuesta, porque todo, «¿por qué?», en el fondo es buscar la realidad de la cosa. Al decir, «¿por qué?», no buscamos sólo la contestación normal; en realidad lo que estamos buscando es lo que hace que aquello sea de esta manera y no de otra, buscamos su razón de ser y al encontrar su razón de ser, encontramos más su ser, más su realidad. O sea que todas las inquietudes intelectuales que tenemos surgen de la proyección de esta única inquietud: «¿qué es la realidad?» Cada vez que buscamos el por qué de algo queremos encontrar la realidad de aquel algo y esta realidad no es nada más que una proyección de esa única realidad, de esa única noción de realidad que tenemos y que somos. Pero como no la vivimos de un modo directo, sino de una manera fragmentaria la buscamos también de un modo fragmentario a través de cada una de las cosas que vamos percibiendo. La conclusión es que, en el fondo, toda investigación sobre el «qué» y el «cómo» y el «porqué» de las cosas es una proyección de este único planteamiento: ¿qué es la realidad? No sólo la realidad de tal cosa o de tal otra, sino la realidad en sí misma, que después se expresa en tal cosa y en tal otra.
Todos los problemas, pues, se reducen a uno, de la misma manera que antes hemos visto que todos mis deseos y anhelos se reducen sólo a una necesidad interior de vivir la noción de la realidad, de plenitud.
Todos sentimos cierto atractivo y admiración por cuanto significa poder. Pero hay muchas personas que sienten hacia la noción de poder una fascinación extraordinaria. Claro que muchas veces este poder se admira y se desea desde un punto de vista egocentrado, el poder del yo sobre los demás. Pero en el fondo, incluso en este caso, es una admiración de la noción misma de poder.
Encontramos esto mismo al pensar en todo cuanto existe: el poder de crearlo y el poder mantenerlo en la existencia, pensamos por tanto en lo que hay detrás de todo cuanto existe. En el fondo esta inquietud y esta admiración hacia el poder no es más que una proyección de la noción de poder que surge en nosotros, porque la hay en nosotros, claro está, pues si en nosotros no hubiera esta noción de poder, esta noción de verdad última, de plenitud, de amor, no habría inquietud, ni movimiento. Lo que nos empuja, lo que nos produce malestar, nos causa tensión y nos lleva a movernos siempre es el hecho de que dentro de nosotros hay algo que busca acabarse de vivir, completarse, realizarse, actualizarse del todo. Podríamos compararlo a la tendencia del niño pequeño a meter todas las cosas en la boca porque dentro unas muelas y unos dientes empujan para salir: la causa de ese frenesí que le hace ponerse absolutamente todas las cosas en la boca es algo que tiene dentro y quiere salir y desarrollarse. En nosotros no habría inquietud si no hubiera algo por dentro que nos empujara, y si buscamos algo es porque por dentro nos mueve. Pero como lo buscamos fuera, nunca lo encontramos. El modo más seguro de encontrarlo será por lo tanto irlo a buscar a la misma fuente desde donde nos empuja. Si nosotros podemos llegar a la fuente que nos empuja, entonces encontraremos la satisfacción total, descubriremos la verdad única, viviremos la potencia plena.
Uno de los requisitos para llegar a esta meta es que trascendamos el estado del «ego», del «yo» separado», «yo personal» o ahamkara. Es una prueba difícil, puesto que consiste en estar sin pensar y nos parece que si estamos sin pensar vamos a perder el juicio. Y no es éste el miedo mayor, sino que llegado el momento en que dejamos de pensar, no nos podemos amparar ya en las falsas verdades en que solemos apoyarnos, y por eso en cuanto uno deja de pensar, siente inmediatamente como si le amenazaran muchos peligros, incluso sabiendo que está exteriormente seguro. Y es simplemente por el hecho de no seguir agarrado a las ideas que normalmente uno toma como punto de apoyo, de que yo estoy seguro económicamente, seguro socialmente, seguro desde todos los puntos de vista. Al abandonar todo esto, experimentamos un sobresalto.Pero además parece que hay una repugnancia general acerca de la aceptación de que hemos de dejar el yo personal, que nuestro yo personal ha de morir. Esto nos causa pánico, pero, ¿por qué?: es natural que nos asuste; al fin y al cabo el yo personal es el que vivimos en nuestra experiencia diaria de un modo más real y es lógico que ofrezcamos resistencia a abandonar este yo que está detrás de todas nuestras acciones diarias, de todos nuestros sentimientos, de toda nuestra actividad."