Nieva. Feliz, en casa. Escucho un increíble curso de Antonio Blay. Escribo. Leo. Tomo mate. Hago siestita debajo del edredón nórdico. Me siento en el cojín de meditación, y vacío la mente. Soy testigo. Nada más. Buen invierno. Pródigo. Con frutos de verano, diríase.