enero 27, 2006

¿Quién soy yo en realidad?


"Enseñaba una cosa muy sencilla: «de lo único que debemos preocuparnos es de buscar nuestra realidad, nuestra verdad. Cuando digo «yo» ¿qué es lo que quiero decir? ¿qué es realmente este «yo»? Si hay una realidad la hemos de buscar en esto que nosotros vivimos como lo más real, mi «yo»; busquemos esa realidad y una vez la vivamos, una vez descubramos qué es realmente este yo, entonces descubriremos las demás cosas». Pero el primer conocimiento básico que hemos de obtener es el conocer realmente qué es el «yo».
Para conseguir esto él planteaba la técnica de la investigación de sí mismo. Decía: «es suficiente que uno se plantee, se proponga buscar, preguntarse de un modo incesante «¿quién soy yo?» y que al hacer esto se concentre en esta zona donde normalmente sentimos el yo.
Ramana Maharshi afirmaba que cuando alguien nos llama y pregunta por nosotros, todos tendemos a decir «yo» y al decir «yo» automáticamente señalamos en el pecho, nunca en la cabeza, a pesar de que siempre que especulamos y que pensamos en nosotros nos situamos en la cabeza. En el momento en que en la vida real alguien evoca nuestra realidad, inmediatamente reaccionamos diciendo «yo». Por eso decía: hay que centrarse ahí, en el «yo» sin preocuparse demasiado de si coincido con la sensación en el pecho. Lo importante es ver dónde siento yo esta vivencia del «yo», y preguntarme de un modo activo, con este deseo de comprender, de penetrar, de buscar dentro, «¿quién soy yo?» Pero sin definiciones, sin pensar, sin especular, con esa simple mirada que busca penetrar, que busca entrar, llegar al centro de la respuesta. Y esto hay que practicarlo sin cesar, investigar, «¿quién soy yo?» y al decir «yo» que la noción de yo que evoque esta palabra no sean definiciones mías teóricas, especulativas, filosóficas, sino directamente la fuerza que siento al decir «yo». Mirar esta fuerza, ver qué hay detrás, llegar al centro de este «yo».
En esto consiste toda la técnica de Ramana Maharshi. Como ocurre siempre, las cosas más importantes son siempre muy sencillas. Lo difícil, claro está, es hacerlo. Y es difícil porque nosotros somos complicados. No porque la verdad sea complicada, sino porque lo es nuestra mente.
Parece extraño que sólo con esto se pueda encontrar solución a todos los problemas fundamentales; y no obstante, él lo afirmó así durante toda su vida. Le preguntaban a veces «¿por qué existe la miseria?, ¿por qué existe el dolor?, ¿por qué no se va por el mundo a enseñar a la gente en lugar de estar encerrado?, ¿por qué no me ayuda de un modo más concreto?», etc. Y siempre tenía él la misma contestación, idéntica respuesta: Cuando le preguntaban por ejemplo, ¿por qué vivo en la ignorancia?, él decía: «¿quién es el que se plantea la pregunta? Busca primero quién es el que se plantea la pregunta, busca el sujeto, busca quién eres tú. Si tú no sabes quién eres tú, cómo quieres saber las demás cosas que están más lejos de este «yo» tuyo. Todas las preguntas las refería siempre a la investigación del sujeto, a la investigación de la realidad del yo, porque una vez encontrada esta realidad del yo, las demás cosas quedan automáticamente resueltas.
¿Cómo es posible esto? Si lo miramos bien, todos nuestros problemas, me refiero a los problemas elevados, en el fondo se derivan de un solo problema. Todos tenemos un objetivo en la vida, consciente e inconsciente, todos tenemos ilusiones, esperanzas, deseos de realizar cosas. Cada cual a su medida, pero tenemos todos nuestro ideal. Y, ¿qué es lo que da fuerza a este ideal, qué buscamos conseguir con este ideal? Veamos las cosas con serenidad, con calma y nos daremos cuenta de que siempre deseo algo, deseamos conseguir algo, deseamos llegar a algo, porque creemos, sentimos, intuimos, nos parece que al conseguir ese algo, al llegar a ser de esa manera, nos sentiremos más plenos, más felices, más «yo mismo».Si nos fijamos, observaremos que detrás de los ideales hay siempre esta fuerza, que es la que impulsa, y da solidez al ideal: que siempre estamos buscando sentirnos, sentirnos más, de un modo más luminoso, más positivo, más real, más completo, más total. En el fondo de todos nuestros deseos existe siempre este argumento, este anhelo: llegar a ser del todo. Por lo tanto parece ser que todos nuestros problemas no son sino una proyección, parcial de ese único problema: ser del todo."